Concluye aquí la serie de seis entregas, en cada una de las cuales se lishan listado ocho Leyes Inmanentes de la Vida. El trabajo se ha inspirado en el clásico
Arte y oficio del teatro, de Alan Ayckbourn, y que yo he aplicado al
Teatro de la Vida, esto es, a los negocios, al amor, la ciencia, el aprendizaje, el compañerismo y en general, a todo aquello que conlleve la conversión de una idea en una realidad tangible.Hoy tenemos las Leyes Inmanentes de la vida desde el número 42 al 48. Al igual que las anteriores, son incontestables, certeras, absolutas. Y en este caso,
definitivas.
ENLACES A LAS LEYES ANTERIORMENTE PUBLICADAS:
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LAS CUARENTA Y OCHO LEYES INMANENTES DE LA VIDA. LEYES 42 A LA 48
Ley 42.- “La función debe continuar”. Suceda lo que suceda. Tras la
destrucción de las ciudades alemanas en la II Guerra Mundial, grupos de músicos
se reunían entre los escombros e interpretaban piezas de Beethoven. Porque la función
tiene que continuar. Hasta el final.
Ley 43.- “Si estás sobre el escenario es
porque eres el mejor actor o actriz que pudieron conseguir para estar allí”. Ahora olvídate de las palabras “que pudieron
conseguir” y quédate con “porque eres el
mejor actor o actriz”.
Ley 44.- “Nadie creerá en lo que sientes si
es algo que no has sentido anteriormente”. Puede que la obra no le guste gran cosa al
público, pero siempre sabrá distinguir cuándo los actores son auténticos o
falsos. Con indiferencia de la obra en que te haya tocado intervenir o del
papel que te haya tocado representar, procura que tu actuación resulte creíble.
Ley 45.- “Cada palabra y cada gesto tienen
una finalidad”.
Quien no controla sus ideas no controla ni sus palabras ni sus gestos. Quien no
controla ni sus palabras ni sus gestos no controlará sus propias ideas.
Ley 46.- “Que no te encasillen en un papel
determinado”. Puede
que en cierto momento tengas que resultar adorable y que en otro debas parecer
temible. Pero si siempre interpretas el mismo papel, poco a poco te convertirás
en alguien previsible y rutinario: dejarás de ser una persona y te convertirás
en una máquina (y recuerda que las máquinas son esas cosas que son manipuladas
por personas de verdad).
Ley 47.- “Disfruta los aplausos del público”. Acepta sin reservas la
admiración que te profesan. No huyas de la escena como si no te merecieses esos
aplausos… pero recíbelos con una elegante reverencia. En ese momento el público
dejará de admirarte y pasará a adorarte.
Pocos conocen la profundidad de esta Ley.
Ley 48.- “si algo puede salir mal…¡Bah! ¡Tonterías! ¡Todo saldrá estupendamente!